«El auténtico escritor no se dedica a modular cosas bonitas para los lectores, sino únicamente debe aclararse a sí mismo e interpretar mediante la magia de la palabra su propio ser y sus vivencias, resulte bonito o feo, bueno o malo».


Hermann Hesse

lunes, 29 de octubre de 2012

Aguas platinadas de una noche solitaria...



Esta noche mi alma nada, se sumerge entera y ansiosa en un lago plateado,
Ese lago que cae como torrente desde la luna, y mi sombra busca la tuya,
Una corriente me arrastra, sale desde mis labios en un humo grisáceo,
Estas aguas luminosas son tuyas, y tu ausencia deja que en ella un sueño fluya.

¿Donde estas?
Si me adentro más y más, ¿te lograre encontrar?
¡Maldita sea! En ningún lado te logo hallar,
Entre los susurros indiscretos del viento obscuro,
Entre los arboles danzantes de tangos nocturnos,
Con sus brillos platinados de donde fueron bañados,
Entre las gotas de roció del satélite armónico.
En ningún lado te encuentro mi dulce unicornio.

Sucumbo ante los miedos de un pastizal azul y cromado,
Entre los ladridos y las siluetas de los gatos,
Entre los faros viajantes y los muros estáticos.

Amor mío, esta noche pide tu abrazo,
Estas manos piden tu vientre, y mis labios tu cuerpo entero,
O a pedazos, para armarte de nuevo a mordidas y caricias.

Cuentos, cuentos y mas cuentos,
Son lo que narran las horas en mi cerebro,
Anhelos perdidos entre este mar incoloro,
En los parpados de los millares de ojos muertos,
En las sombrías aventuras de los que vagan por lo tiempos.

¿Dónde estas mi amor? ¿En que rincón de estas secuelas te escondes?
¿Por que no sales de mi cabeza, por que te entierras en mi pecho, y te expandes? No te encuentro y ahí estas, no te busco y llegas sin chistar.

Eres como un arrullo somnoliento,
Eres la meseta de cada uno de los cerros,
Entre cada uno de ellos, por las callejuelas de la ciudad de los encuentros,
En cada nuevo mundo, en las luces de las casas maltrechas,
En cada suspiro de un soñador que nada en otro punto de este mar negro.

¡Maldita sea! ¿Por qué me torturo buscándote si aquí estas?
¿Por qué no te hallo si danzando en mi pecho estas?

En mis poemas estas, en mi bolígrafo o mis latidos impar,
Entre las plumas que caen de un cuervo viajero,
El frágil y único color rojizo que luce entre un Calipso opaco,
Y los remos carmesí que me mueven en esta barca, en estos cielos anclados.

Si solo pudiera hundirme en tus aguas como lo hago en las de la noche,
Que mis cabellos danzaran y enredaran en los tuyos,
O que los ángeles por un segundo cantaran a mi oído,
Y que dios sonría diciendo “que hermoso nadan esos hijos míos”

Muero en el simple intento de que seamos náufragos de lo humano,
Perdernos de todos como me pierdo solo sin tus encantos,
Hallarnos sin buscarnos entre las aguas y ya no ver el camino a casa,
Desprendernos del mundo, quedarnos nadando.

¡Maldita sea! Si solo pudiésemos amarnos...
Si solo tu y yo, fuéramos dos hojas que nadan errantes en los océanos del espacio,
Dos astros pequeños, que se orbiten hasta el fin de los años.
¿Dónde estas ángel escarlata de pechos de plata y alma de rojo infinito?
¿Dónde estas nadando?  tal vez en los sueños, que aun no he tomado como míos.

miércoles, 17 de octubre de 2012

En una noche, tal cual la de ahora...



En una noche, tal cual la de ahora,
Se encontraba un ruiseñor bajo unos dulces brazos,
¡Oh que dulce destino! Decía nuestro plumífero amigo,
Soñaba entre la tersa seda de esas finas ramas.

Bebiendo de un rio rosado, dulce como de labios,
Bebiendo se encontraba nuestro emplumado, que hermosa escena, que dulce destino,
¡Oh que elixir tan deleitable! Pensaba mientras bebía otro tanto,
 con su pico inocente tomaba de ese rio, vida, vida y nada más.
Y de los ojos galácticos que poseía su ave amada, con labios de agua rosada,
De ellos la vida completa robaba, con canticos al oído, con los ojos de su amada.

En una noche, tal cual la de ahora,
Se encontraba un ruiseñor viendo a su golondrina,
Y como esta lo miraba, mientras adiós le decía, mientras con amor lo dejaba,
¡Oh que dulce dolor, Oh hasta hermoso es perderla! Cantaba en las noches el ruiseñor,
Y lo encontrabas cubierto por la noche hasta un punto cruel,
Un punto gris y con sensación a hiel,
¡Oh dulce braza del infierno que recorre mi cuerpo! Decía mientras su canto afligido elevaba,

En una noche, tal cual la de ahora,
Un ruiseñor miles de estrellas fumaba, noche tras noche, desde hace ya tanto,
Cantándole a una puta blanca que desde el cielo le miraba, y el le cantaba,
¡Oh dulcinea del solitario, ¿Cuánto he amado?!  Respuesta sorda,
Respuesta de rayo luminario, respuesta de frio nocturno y sudario.

Tomaba ríos de otros colores, rojos y rosados, a veces, a veces de dos en una sabana de cántaro,
Tomaba el plumaje y se lo quitaba a otras aves, pluma por pluma desnudándolas,
Y con ríos de alcohol luminoso y fermentado les bebía del rio y todo el caudal,
¡Oh que dulce destino, antes amar y ahora solo bañarme en despojos de ríos!
Y el ave no dejaba de cantar, de fumarse y beberse el mundo, de tragarse a gritos el dolor pútrido.

En una noche, tal cual la de ahora,
Un ruiseñor se sentaba solo en su alcoba, y tomaba una de sus plumas,
Tomando las lágrimas negras de su alma y embardunando la punta con ella, empapando de su negrura esteparia, bañando de su melancolía de tinta,
¡oh que delirios eh vivido, ¿Cuánto mas he de amar?! Decía empuñando su arma mortal y clavándola en el alma y cuerpo de un muerto árbol, clavándola sin piedad,
Dibujando con su alma marchita versos de gritos y cantos, gritos que desgarran el tímpano, cantos que liberan los torrentes en parpados.

Un ruiseñor cantaba en tristes intervalos,
Con arma y sangre su alma desbordase, con espada bañada en sentimiento color de nada,
¡oh dulce alma mía, que tanto has de amar, viértete en estas hojas, hazlo y déjame ya!
Decía el plumífero y triste cantor, decía deseando algún día en un verso su alma terminase.

En una noche, tal cual esta,
Un ruiseñor mataba su alma a versos y comillas, entre prosas y palabras enredosas,
¡oh dulce alma negra e infinita, ¿Qué tanto has de amar?! El ave le mandaba a preguntar con la noche al día, con la puta de luna al tiritar estelar de su escote cósmico.
Y mientras se fumaba el humo de su cáncer vacio, y bebía el elixir mortuorio de un whiskey de arcángel,
El ave se miro al espejo, bebiendo y fumando, lagrimas derramando,
Y ya no era un ruiseñor cantante. El que miraba un gris rostro en el espejo era un hombre,
El pobre hombre que termina su alma en estas tristes líneas,
En estos vanos versos.

jueves, 4 de octubre de 2012

¿Qué tanto puedo ser?



Frágil color rojo, ¿Qué pasara con mi cuerpo?
¿A dónde ira a parar? ¿Converge?

Tal vez crezca, como en los estados de la materia, se convierta, crecerá como árbol metamorfó de mi alma, cuidando, dando sombra a todo lo que tenga que ver con vos.

¿Qué tanto pudiese ser después de morir?
Un gorrión que le cante a tu ventana, a tus mañanas,
Un venado guardaespaldas que detenga las balas que amenacen con herirte,
Un lago donde te bañes y mi alma se escurra indiscriminadamente en toda tu piel, entre tus pechos, tu sexo, tus ojos labios y sueños, acariciando por dentro y por fuera tu cabello.

Ser el mundo entero, cada briza, cada copo de nieve,
Ser un murmullo en el viento diciendo “te amo”,
La consecuencia de todo lo que haces, las fuerza y la reacción,
la materia y la antimateria.
Reencarnar en todo lo que tenga que ver con vos.

Cada segundo seria “yo”,
Cada lágrima salada o dulce,
Cada molécula de aire que entra con tus suspiros,
Un sollozo, un gemido,
Cada amante que encuentres en el camino,
Cada esperma que acaricie el sueño de crecer en tu vientre,
Las flores que te regale tu esposo,
Los amigos imaginarios de tus hijos.

¡oh ser tu ángel guardián!, o siquiera tu demonio protector,
El poema que se le ocurre a un joven pensando en el delirio del amor,
Ese poema que leas y te haga llorar, ese ser yo.

¿Qué tanto puedo ser?
Lo mas, lo suficiente, lo menos e inexistente,
Un fantasma en tu alcoba mientras haces el amor o te sientes sola,
Un secreto del destino que cuide tus pasos y tu linaje santo,
Ser la inmensidad infinita que esta en lo palpable e impalpable,
Y que espera que veas, lo que no existe en vida…