«El auténtico escritor no se dedica a modular cosas bonitas para los lectores, sino únicamente debe aclararse a sí mismo e interpretar mediante la magia de la palabra su propio ser y sus vivencias, resulte bonito o feo, bueno o malo».


Hermann Hesse

domingo, 14 de abril de 2013

Sólo le escribo a la vida misma...




Tengo esa necesidad de escribir a mi Frágil color rojo, como cada segundo de mi vida. ¿Por qué le escribiré tan incesantemente? Tal vez es que por aquí es el modo que la siento mía, próxima, existente; es escribiendo el único modo en el que le digo lo que jamás podría hacer. Pero, ¿Qué te puedo decir mi amor?

Veamos que sale…




Las personas me miran extrañados,
Se preguntan quién soy en verdad,
A quien le escribo con tal sinceridad,
¿Les cuento mi amor? ¿Les digo a todos?

Sencillo seria contarles que le escribo a un ángel,
Una mujer blanca cómo las almas puras,
Y de manos delicadamente cautivadoras,
Creadora de la primavera con su proximidad,
Y procreadora de inviernos cuando se distancia al andar.
Eres tú el contenedor para la más pura personalidad.
Y con tu silencio se hacen las hojas en los árboles,
En las ramas nacen flores y escucho a las aves cantar,
y las veo volar, perderse en la comisura de tu serenidad.

Basta con decir que eres el nirvana de mi universo,
Sin miedo a exagerar,
El punto perfecto donde se mezcla la unidad,
Los planetas chocan en tu boca,
Entre esas franjas cósmicas de rosa estelar,
Y ya hay nuevas galaxias girando,
Con sólo verte hablar.


Puedo decirte lo que hoy siento,
Sin sentido, pero podría hacerlo.
¿Para qué decir lo obvio?
Las palabras son instrumentos,
Pero mis manos, mis manos son las notas,
El ritmo y rima de los sentimientos,
Con ellas te hago prosas,
Con ellas toco el mundo que te lleva dentro.
Con mis pulmones negros reflejo tu ausencia,
Las lágrimas son pioneros,
¿Y mi piel obscura?
Camuflaje de tus contornos,
El contraste para tu singular cintura.

Podría decir que eres mi alma gemela,
Pero mentiría,
Pues tú eres pura belleza,
Delicada mezcla
de humanidad y naturaleza,
y mi alma un espejo,
un lago solitario donde miras tu rostro;
el cristal rayado
que sueña ser  ambos, nosotros.

Podría decirte que cuento los segundos para estar a tu lado,
O que lucho contra el tiempo y los destinos para lograrlo,
Pero te mentiría, y no soy mentiroso,
Los enamorados no mentimos,
Sólo decimos verdades desconocidas,
Verdades de las almas y los corazones solitarios.
Aunque tendré la osadía de decirle,
A usted mi rojo amanecer lejos de los miedos,
Le diré que por usted no conozco los tiempos,
Mucho menos el esfuerzo;
Con usted sólo conozco los sueños,
Con su existencia conozco porque existe el cosmos,
Porque tememos no ser eternos.

Si algo he aprendido es que las parejas temen perder a su amado,
Pero no soy su pareja, soy su loco enamorado.
¿A qué le temen los enamorados?
No se los demás pero, para miedos,
Que el infierno no arda tanto como mi pecho al tomarle de la mano.
Eso es terror, eso es para desquiciarnos.

Podría decirle una última cosa,
O tal vez millones, no sé cuántos pretextos.
Los metafísicos me crucificaran por esto,
Pero sus dudas he resuelto,
Tú eres el origen de mi universo,
Aunque este no se mueve como el resto,
Este se gira y crece, perplejo,
Siempre siguiendo tu equilibrio perfecto,
Deseando ser un paralelo a tu cuerpo,
Eres el todo disfrazado de suculento.
No la razón de ser, tú eres el ser,
Su unificación, su pretexto,
La excusa que le dice a dios, apenado,
Como un chiquillo lloriqueando
Cuando rompe las ventanas de lo correcto.
El final de los años,
El consejero de lo eterno,
Margen interestelar en las dimensiones de mi cerebro.
Los escalones de mi perfección,
Por lo que el tiempo es relativo e imperecedero,
Y nada se destruye, todo se transforma en tus momentos.

Podría decirte muchas cosas,
Pero todo lo que diga es trivial,
Tú eres todo y hasta más.
Una creación completa, nada experimental.
¿De que serviría comprenderte o que me comprendas?
Me tienes contemplada en tu respirar,
Mientras, yo respiro lento cada que pienso:
“morir, viajar en su infinito como bella estrella fugaz,
Contemplando todo lo que hay tras sus pupilas,
Dividiéndome en millar, dispersarme en filas,
Para algún día, en el universo de su vida poderme integrar”

Sobran las palabras, sobra el universo,
Contigo basta para que la vida exista,
Para escribir infinidad de prosa y verso,
Y mantener a un alma eternamente cautiva.

¿Eso quieres que les diga?
¿O sólo invento una excusa?
Fácilmente fingiría locura,
Aunque no mentiría,
Al decirles que le escribo 
A la belleza del mundo,
Y no a una quimera,
No es mentira cuando digo:
Que sólo le escribo
A la vida misma.