«El auténtico escritor no se dedica a modular cosas bonitas para los lectores, sino únicamente debe aclararse a sí mismo e interpretar mediante la magia de la palabra su propio ser y sus vivencias, resulte bonito o feo, bueno o malo».


Hermann Hesse

domingo, 26 de agosto de 2012

El cuervo blanco y el cisne negro.



Había una vez un triste cuervo que volaba sin rumbo en una pradera, y volaba y volaba, pero no encontraba a un compañero o algún triste animal muerto para alimentarse, tenia días muriendo de hambre, y el cansancio comenzaba a doblegar sus alas. El cuervo miraba la pradera árida buscando algún ratón, ya no para comer si no para solo charlar, pues sentía su muerte próxima y no quería que fuera en completa soledad, y entre tanto buscar y buscar y no hallar decidió parar un momento en un viejo espantapájaros, ya no le daba miedo, pues ya ni la muerte le asustaba, el espantapájaros voltio a verlo y le dijo:
-  ¿que pasa cuervo idiota? ¿Que acaso no te asusto? buuu! - exclamo una alarido de oso-  largo de aquí, ¡vuela para salvarte  de mi espantoso castigo!
El cuervo lo miro de reojo y le dijo:
- ¿Qué podéis hacerle tu a un simple cuervo moribundo?, ¿matadlo? un favor le arias a este triste servidor que ya carga el luto de su propia desdicha.

El cuervo bajo la mirada y echo un brinquito hasta el suelo. El espantapájaros lo miro y se pregunto, que le pudiese pasar a ese pobre animal, que tormentos lo acongojan para ya no temer.

- ¿Qué le pasa triste ave? me quitas mi vocación al no temerme, ¿que demonios pasa tras esa penosa mirada?
- la soledad es el espantapájaros mas atroz querido hombre inerte, es un triste desgarrar que tira alaridos sordos espantando mis sueños y ahuyentándolos de los frutos que se pudren y secan en el pastizal de mi alma.
- pero de que te has de quejar, ¡mírame a mi!, mi trabajo es la soledad misma, la triste estadía en la lucha interminable de ser odiado por todo aquel que cruce mi mirar, y aun así, no sufro.
- pero ese es vuestro destino, el mío no.
- ¿y quien le ha dicho que no es el suyo?
- el dolor elido que atraviesa el corazón...

el espantapájaros miro un segundo al ave y al ver una lagrima que caía tan lento y frió como un copo de nieve le enterneció en su corazón de paja y madera.

- le contare un secreto ave en luto, ven un segundo.
- que queréis de mi, ya dejadme morir en paz.
- oh espera mi noticia ave arrogante, ¿que? ¿Crees que eres el único que sufre en estas tierras?
- si no he de ser el único, si el mas desdichado.
- pues cuenta la leyenda que un cuervo como tu alguna ves paso por aquí, en el tiempo que mi abuelo espantaba las aves de los campos de maíz, dicen que ese joven cuervo estaba tan arto de vivir que dio su alma a un triste lago que se secaba poco a poco, le dio su alma para que el lago viviera, y que sus perímetros enverdecieran -el cuervo voltio la mirada y observo un instante al espantapájaros, se detuvo y voltio al horizonte escuchando atentamente la historia- se dice que ese lago en correspondencia albergaba a mil cisnes, pero hace poco el malvado monstruo del grito llego y grito una y mil veces y al golpe de cada grito caía un cisne muerto, plagando de sangre el viejo lago.
- ¿y con esa historia intentáis hacedme recapacitar?
-escucha y no interrumpas insolente, que esta historia esta prohibida y no se debe contar ni al mismo cielo.
- esta bien hombre de heno, os escucho atento y en silencio.
- dice la historia que cuando el monstruo del grito se fue, llevaba en una carreta a cientos de cisnes muertos, y que no dejo a ninguno al partir, pero también cuenta que un triste huevo quedo ahí solo, y que el lago rojo de dolor y odio comenzó a morir, y el huevo solitario parecía tener el mismo destino, hasta que el alma del cuervo que vivía en el lago creo un pequeño nido de flores y ramas alrededor del huevo y lo encubo hasta que de el nació un cisne, pero ese cisne de blanco a negro torno, pues de tanto nadar, se dice,  en el lago enrojecido su color a negro torno, en honor a los caídos. Cuenta la historia que ese cisne sigue ahí, sufriendo el luto de los perdidos y esperando el día en que el destino quiera llevarlo al lado de esos tan queridos.
El cuervo levanto la mirada hasta los ojos negros del espantapájaros y le pregunto con una vos a punto de llanto.
-¿Dónde se encuentra tal lago querido cuentista?
- Dicen que solo el sentido que poseen los cuervos puede hallarlo, que solo ellos perciben ese espectral cosquilleo que regala la muerte y la penumbra para ser ubicada, pero ese cuervo debe ser único, un cuervo que no tema a dar la vida por aquello en lo que cree –observo al cuervo con cierto aire de complicidad y sonrió-  Solo debes seguir tu instinto hacia el norte joven cuervo, estoy seguro que ahí encontraras la respuesta a tu destino que creías perdido.
- gracias extraño personaje que me regaláis este nuevo misterio, gracias os deseo en futuro.
- descuida cuervo idiota, ¡ve y encuentra eso que creías perdido!

El cuervo sintió su corazón latir con fuerza y ansia después de mucho tiempo de sentirlo inactivo, y sus alas recobrar el aliento impetuosamente, hazlo el vuelo tan alto y velos que en unos instantes ya estaba lejos de la vista del espantapájaros. En un momento el cuervo se encontraba volando sobre un inmenso bosque que poco a poco se tornaba más gris y funesto. Ha de ser por aquí -se decía el cuervo mientras daba aleteos fuertes- ciento cada vez más ese aroma que proporciona la mismísima muerte, seguro es por aquí. Volaba y volaba recorriendo campos enteros de pinos calcinados y flores marchitas. Y de pronto pudo ver entre un gris campo y unos arboles secos que parecían reverenciar el féretro de un ser querido que se encontraba dentro de un lago rojo escarlata. Bajó en picada y en un santiamén se encontraba parado a un lado del lago, y podía percibir por primera vez pena por aquellos que ante su mirar alguna ves murieron, y por primera vez lloro la caída de algún ser vivo, por primera ves sintió pena por los muertos.

-¿quien merodea en este lugar? - dijo una voz femenina desde un rincón obscuro - largo de aquí, este lugar es un santuario, nadie debe osar con entrar sin mi consentimiento.
-me disculpo oh pobre dama, solo quería beber un poco de agua, mi sed saciar y seguir mi camino -decía mientras intentaba escudriñar entre las sombras- pero me he dado cuenta que no es posible tal cosa, ¿no sabe usted donde hay agua para bebed de ella y seguir mi camino?
- ¡no! lárguese de aquí o yo mismo lo he de matar.
- lamento decidle que si no sacio mi sed, he de morir, por favor ayúdeme.
- pues ojala y sea así, ¡ese destino merece por haber venido hasta este lugar!
- pero soy solo un moribundo cuervo mi querida dama, un simple cuervo que escapa de la muerte y sus garras.
- ¿un cuervo ha dicho? -se asomaron lentamente entre las sombras un par de ojos verdes entre las sombras y miraban fijamente al ave invasora- es cierto es un cuervo.

Salto de un golpe un cisne hermoso de un color negro brillante y corrió hacia el cuervo dando gritos felices.

-¡no lo puedo creer! ¡Un cuervo en este sitio!
-¿que le sorprende tanto mi querida dama?
- es que, usted no comprende, en este sitio a través de los años solo llegan aves moribundas y al tocar el suelo o alguna rama encuentran su final, pero entre todas esas aves y entre tanta muerte jamás había venido algún cuervo.
- ¿y que es lo magnifico?
- que los cuervos buscan la muerte como bien has de saber pequeña ave, la huelen, la sienten, la muerte es su querida amante que les sacia el apetito y les da su pan de cada día. a demás -dijo mientras volvía la mirada a un pequeño grupo de flores aun vivas y unas plantas que formaban un nido- una vez me contaron que un cuervo vendría y le daría vida de nuevo a este gris limbo.
-¿y usted piensa que soy yo quien a vos le han contado? -miro con cara escepticismo- lo dudo, yo solo soy un ave solitaria que busca de beber.
- no es así, lo miro en tus ojos, aunque negros y profundos, tus ojos me dicen que tu no vienes por saciad tu sed de beber, vienes a saciar otra sed -mirándolo fijamente a los ojos se acerco a el y el cuervo dio un brinquillo para atrás- ¿vienes a conocerme verdad?

El cuervo sintió escalofríos recorrer sus huesos y la miro intrigado y con cierto miedo.

-¿como puedes saber eso? ¡De seguro esto es una jugarreta de ese malnacido espantapájaros!
-¿espantapájaros? ¿Que es eso?
- no actúes como ignorante, sabéis bien a que me refiero.
- no tengo idea os juro noble... - de pronto un estruendo gigante se escucho proveniente de lo profundo del bosque- ¡oh no! ¡El monstruo de los gritos! corre escóndete, si te ve has de morir.

El cuervo asustado subió lo alto de un árbol seco y observaba como el cisne se escondía tembloroso por un temor que supera a cualquier cosa.
Miraba el sitio de donde provenía el gigantesco ruido que el bien conocía de ante mano, era el estruendo que ovacionaba un tubo maligno que causaba muerte, uno que utilizaba un animal horrible que parecía un mono poseedor de pieles extrañas. Y tal como la imagen del recuerdo de su juventud vio cruzar entre la maleza seca y espinosa a ese mono horrible con el tuvo en sus garras y buscando algo, algo que no lograba siquiera imaginar el cuervo.

Vio como se acerco al lago y mirándolo con horror se tapo el hocico, bajo el tubo de muerte y miro el agua atentamente. De pronto se escucho el crujido de una rama por donde se escondía el cisne, el mono voltio sus ojos encendidos como brazas hacia ese lugar y tomo el tubo maligno, el cuervo miro la escena y tembló ante la idea de que el monstruo pudiese encontrar al pobre cisne, por primera vez temió por la muerte de otro ser vivo.
El monstruo se acerco a pasos sigilosos al escondite del cisne y se puso enrosco levantando el tuvo a la altura de sus ojos enrojecidos de ira y apunto directo a donde se asomaba un puñado de plumas del cisne. ¡No! grito el cuervo voló directo al monstruo y el voltio a mirarlo a través de su tubo infernal, el cuervo voló tan velos que el monstruo no tuvo tiempo e reaccionar y el cuerpo ataco sus ojos mientas el tubo exhalaba un grito tan fuerte que pacería sentir el dolor del mono atacado.
Lanzaba alaridos como chillidos de rata el monstruo mientras el cuervo graznaba y atacaba el rostro del monstruo. El monstruo corrió hasta desaparecer dejando ahí su tubo de gritos mortificada y huyo tan lejos como pudo, tropezando con todo a su paso pues ya no tenia un ojo para poder mirar por entero el camino.

El cisne salió de su escondite y miro al cuervo mientras tragaba la recompensa arrancada del monstruo.
- ¡lo has ahuyentado, eres mi héroe! ¡Oh noble cuervo, lo has logrado!
- no creo que esa bestia vuelva a molestarte mi querida dama, aunque son monstruos rencorosos, pero ya no volverá a mirar ni siquiera los colores de un ocaso, desde hoy, hasta el día de su muerte.
- como te puedo agradecer, ese monstruo había matado toda la vida de este lago, seguido venia y no dejaba vivo nada a su paso.
-no me lo agradezcas mi querida dama, yo solo estaba de paso.

De pronto una voz proveniente de una roca en la orilla del lago resonó en todo el sitio.
Un cuervo que cuida la vida deja de ser infeliz - decía la voz que se escuchaba distante y borrosa- un cuervo que siente amor, merece vivir. De pronto una luz de un color purpura profunda se alzo desde dentro del lago y con un extraño estallido el frió comenzó a desaparecer, y las plantes enverdecían lentamente, y el lago tornaba azul otra vez, todo volvía a la vida. El cuervo y el cisne se miraban con inmensa felicidad mientras veían todo a su alrededor renacer en abundante belleza. De pronto el cuervo sintió un calor que lo rodeaba desde el pico hasta la punta de sus garras, y el cisne igual, ambos se rodeaban de luces extrañas y poco a poco ambos perdían el color negro de sus plumas, y se volvían blancos, blancos como la misma nieve.


Cuenta la leyenda que un cuervo de color blanco vive con un cisne, que juegan y ríen, que viven y gozan en un extraño y mágico lago, un lago donde nada muere al beber de sus aguas, dicen que el que bebe una sola de las gotas de ese lago vivo y mágico jamás envejece, y que su alma se vuelve blanca y pura, como la mas blanca nieve.


Fin...

domingo, 5 de agosto de 2012

Asilo Magdalenas....



Hoy antes de dormir le preguntaba a Dante,
¿A donde van las almas de quien pierde a su ser amado, las mujeres que pierden a su alma gemela por culpa de sus errores, las mujeres penitentes y arrepentidas?

El contesta sin respuesta y me dice que duerma, que es algo que ningún mortal sabe ni debería saber…
Pero al cerrar los ojos en lugar de ir al reino de los sueños llegue a otro lugar…
Un edificio enorme entre un jardín grisáceo y fúnebre…
Y una sombra me escolta hasta dentro del lugar…

Encuentro en un cuarto reunidas muchas almas…
Un centenar de mujeres atormentadas…
Todas caminan de aquí para haya, como buscando algo que no han de encontrar…
Díganme hermosas damas mías, ¿Qué buscan sus ojos sin vida?

Y después escucho a una cantar…
Y su canto es de doliente y arrepentimiento…
Un canto cruel que me relata el por que de su triste destino…

Yo que tanto lo ame, tanto que no pude contener,
Tantas veces lo ame bajo las sabanas y sobre las nubes…
Y todo para obligarlo a irse, obligarlo con mi soberbia…
Tan buen hombre era el y tan nobles sus caricias,
Y yo le exigía lo único que no me podía dar pensando que todo lo que poseía yo lo debía tomar…
Se me olvido que yo debía de darle lo que soy…
Se me olvido lo que significa el amor….

 Y me encontraba caminado y escuchaba como los espectros grises que cuidaban las puertas decían en coro:
¡Oh! pobres damas, pobres mujeres que se retuercen en la nada…
Pobres magdalenas del amor, ahora pagan su trágico error…

Y yo las veía y comprendía que cada una pagaba el perder a su alma gemela,
Y que todas le perdieron por obra de su propia mano…
En eso una joven hermosa me toma del brazo…

O noble joven míreme, ¿acaso no soy la mas hermosa?
Dígamelo por favor, dígame que soy la diosa de todas estas horribles almas…
Que mi amado siempre me lo decía y con esas palabras alimentaba la luz en mi ser…
Diga noble caballero, ¿acaso no soy la mas hermosa?
Dígamelo y le con gusto me le entrego, le hare el amor pero solo dígame eso…
A tantos me le he entregado solo por esas palabras, aunque perdí a mi noble amado…
Solo dígalo y ahora lo será usted, dígame que tan hermosa soy…

Una sombra llego y la arrebato de mi lado y la llevo hasta donde mi vista no alcanzo…
 Sentía pena por tal mujer, que aun seguía con su castigo de desear consagrar su belleza en la boca de cualquier hombre, en las caricias carcomidas de ser infiel…

En eso encuentro a otra sentada en un rincón con un lirio entre manos y mirándolo entonaba estas palabras:

Dulce flor, por que yo no pude decidir,
Por que opte por el que dirán antes que por lo que dicto mi corazón…
A el que tanto ame, al que con su simpleza y humildad me sabía amar con el corazón a manos llenas…
Por que el que no pude decidir, cada lirio que dejaba en mi ventana por las noches, iguales a donde lo bese por primera y ultima vez, cada lirio he de buscar haber si encuentro en ellos un beso libre del que dirán…

Sentía el dolor de estas mujeres y entre tanto lamento y dolor se escuchaba el coro fúnebre de penitencia…

¡Oh! pobres damas, pobres mujeres que se retuercen en la nada…
Pobres magdalenas del amor, ahora pagan su trágico error…
¡Oh! pobres damas, pobres mujeres que se retuercen en la nada…
Pobres magdalenas del amor, ahora pagan su trágico error…

Y en ese asilo donde las magdalenas sufren encontré a una mujer que repetía:
Este es el infierno, seguro este es el infierno…
Pues me quema el no tenerlo a mi lado, pero no sabia que lo amaba hasta que sentí este hades quemarme las alas…
El era el cielo y el edén, el era el sexo y el por que…
El era un rey y yo la dama que se enredaba desnuda entre sus latidos…
Pero el pensarlo lejos era un infierno, el pensar que otra se bañara en su pecho y nadara en sus labios, pensaba que eso era el infierno…
con rabia y celo le pagaba a sus sentimientos...
Y ahora duermo en este infierno, donde el ya no esta, y jamás volverá a darme lo que me dio tanto tiempo…

Y mientras me alejaba poco a poco de estas dolientes mujeres seguía escuchando ese coro triste
¡Oh! pobres damas, pobres mujeres que se retuercen en la nada…
Pobres magdalenas del amor, ahora pagan su trágico error…
¡Oh! pobres damas, pobres mujeres que se retuercen en la nada…
Pobres magdalenas del amor, ahora pagan su trágico error…

Al irme de ahí comprendí por que nadie debía de conocer ese trágico destino...
por el simple echo de que ese infierno, es una cruel mezcla de soledad y olvido...