Si la
pudiera nombrar lo haría,
Decir el
nombre de quien me obliga a sonreír,
O
simplemente ilustrarte, a ti compañero, mi sentir,
Pero estoy
atado de labios y manos;
Desde el
alma me encuentro susurrando,
Y esa mujer
no me percibe en mi delirio de soneto.
Que dulce
alegría esconderme en sus pasiones,
Sin que me
vea, oculto en el brillo de sus ojos,
Iracundo en
la noche sin su cabello,
Contando los
segundos que separan su camino y el mío.
Si la vieras
compañero mío,
De seguro
sonreirías conmigo,
La abrazarías
a tu pecho y dejarías que fundiesen en el sus suspiros,
La desearías
como lo hago verso tras verso.
Es tan
mágica y tan voluble,
Es tan
crisálida y poco inverosímil,
Simplemente
es una paloma alzando el vuelo,
Un ademan
surrealista de los sentidos;
Es una
delicia, es un fresno de mimbre.
Cuando
anochece, es ella la que desde el cielo me mira,
con millares
de ojos, con su luz divina,
y al
despertar, el calor de un nuevo día;
Es un
pensamiento agitándose en mi cabeza,
Que baja a
mi pecho, agitando,
Se mueve de
un lado a otro, da vueltas,
Terminando
en mis labios, vibrando, temblando.
Es ella un
cuento que no me atrevo a poner titulo,
De esos que
Cortázar no entendería, pero seguro amaría,
Que
Benedetti me recuerda en poemas, tal vez la conoció, tal vez.
Y es ella un
ser majestuoso, único y múltiple,
Doliente y
sonriente, doncella y villano,
Preludio y
quinto acto,
La Julieta,
y por qué no, también Justina.
Es
simplemente una mescla perfecta de imperfectos,
Una sutil
enfermedad que me matará contento, lento, muy lento.
Tú que me
estás leyendo, ¿la sientes cerca?
¿Está
sentada alado tuyo?
Si en
respuesta miras alrededor sin encontrarla,
Entonces lo
que escribo no tiene sentido,
Pues es en
mis letras donde inmortal y hermosa se haya.
Me gustó!...inevitablemente giré mi cabeza y me tomé un segundo para reflexionar.
ResponderEliminarMe alegra que te gustara,
ResponderEliminarY la lograste encontrar en tu reflexión?