«El auténtico escritor no se dedica a modular cosas bonitas para los lectores, sino únicamente debe aclararse a sí mismo e interpretar mediante la magia de la palabra su propio ser y sus vivencias, resulte bonito o feo, bueno o malo».


Hermann Hesse

jueves, 21 de febrero de 2013

Tu nombre…





Tu nombre…
¿De qué está compuesto?
A veces creo que de letras,
De sonidos,
De un idioma inconforme.

Pero descubro con el día a día,
Que es algo más simple,
o complejo,
Pues lo veo en lo sublime,
Y hasta en el gris espejo.

En los sonetos,
En los arboles que danzan con el viento,
En los suspiros,
Tu nombre envuelto viaja discreto.

A veces te descubro Impresa en mis besos,
En el café nocturno, En el cigarrillo muerto,
Ahí, ahí se encuentra tu nombre.

Cuando me encuentro nublado, Lloviendo,
Con la melancolía desgarrando el pecho,
Van tus iniciales bordadas al diestro.

A veces, descubro la noche estrellada,
Y con sus luces tirito de frío,
me encuentro buscando de nuevo,
Todo lo que forma tu titulo.

Tu nombre,
Tan puro, perfecto e incontenible,
Tan acrisolada y sublime;
Esos caracteres,
Que me cambian tanto,
Con los que tranquilo me arrastro.
Simple, tan simple.

En el vacío,
En las flores,
Tanto en abundancia,
Como en carencia.
Ahí te encuentro, Hermosa.
Incauta, así como te amo,
Codificada en mí canto,
La melodía con apellido de musa.

¡La vida misma!
Todo lo que importa,
Lo que trasciende,
Cada molécula,
Cada estructura,
Mi subconsciente,
Lo que mi mundo mueve,
Todo esto es simplemente…
Tu nombre.


sábado, 16 de febrero de 2013

La droga perfecta



Después de viajar entre las galaxias,
De tomar una píldora y convertirme en astronauta,
Y ser una persona poseedora de cometas,
Después de todo esto, con una sola estrella me basta.

Los elefantes rosa se volvieron grises,
Y las carcajadas en momentos tristes,
Pero no todo fue precario,
Ahora encuentro mi éxtasis en esos rosados labios.

¿Todo eso tuve que vivir, para llegar hasta aquí?
Hasta la droga más poderosa,
Que me atonta al respirar su aroma,
Para conocer por primera vez,
lo que es ponerse nervioso con un simple hola.

Sucumbir ante la necesidad de verla,
la ansiedad de sus manos en mi espalda,
dime si su sonrisa no es adictiva;
la alucinación perfecta, incauta.

Inyectarla en mis venas quisiera,
que en mi sangre se mezclara,
curara mi cuerpo, calentara mi pecho,
que llegara hasta mi corazón, hasta dentro.

Y de astronauta a bohemio me convertí,
de viajante audaz a un simple mortal.
Susurrando lo que entre sueños vi,
contándote en versos lo que no concebí.

Mira ahora entre líneas,
léelas de atrás hacia arriba,
una y otra vez,
y encontraras un viaje infinito
a la droga perfecta.


Soy un hombre de palabras



1

Soy un hombre de palabras,
El que puede fraguar el mundo entero entre verso y coma,
Pintor de los cuadros diarios del alma y la vida,
El que no conoce el olvido, el que con bolígrafo alumbra.

Y aun así, me encontré con mi talón de Aquiles.
Un pequeño astro que orbita lo imposible,
De esos que Platón nos hablo,
Una luna blanca, con interior sublime,
Cubierta de miel, de algo…

Soy un hombre de palabras,
Y a veces, sueño que soy astronauta,
Que viajo a ese mundo, que pruebo su dulce miel,
Que siento esa tibia sensación de su cubierta,
Y esos son solo sueños, lo se.

En otras frías noches soy un intrigado,
Un perspicaz minero interestelar.
Y esas noches busco encontrar su centro,
Conocer la incógnita de su interior,
Saber que hay dentro de ella, en lo mas profundo.

Pero esto son solo sueños,
Esa hermosa luna platónica gira lejos,
Muy lejos, y no soy un astronauta,
Mucho menos un minero,
Solo soy un hombre, un simple hombre de palabras.

2

La noche calló sola de nuevo, como tantas veces.
Y entre despierto soñaba que ese astro se acercaba,
Que hasta haya me lanzaba,  otra vez soy un astronauta.
Llegue hasta su piel dulce y plateada,
Y con su néctar mis labios empapaba,
Mis manos, mi cuerpo frío y desolado.
Y por un instante entre un poco por debajo,
No como minero, tal vez como un muerto.
Descendí un poco, lo apropiado.
Y todo esto fue perfecto, exquisito.

Y un ruido me sacudió, desperté…
Y ahí estaba yo otra vez, solo…
Yo un hombre, mis letras y palabras.

3

Me atreví a dejar de soñar, y de mis raídos labios exhale un intento.
Me puse el traje del armario, ese de amante, ya empolvado,
Y tome el autobús hasta esa luna perfecta.
Cruce la barrera de lo imposible, me reí en su cara.
Y llegue intacto hasta su piel dulce y delicada,
Hasta su sonrisa de hechizo y rosada,
Me atreví, y probé eso, eso que dormido viví.
Y ella me acogió entre sus brazos, rio conmigo, suspiramos…
Fue delicadamente único, increíble o místico.
Y por un instante fui minero y astronauta.

Al estar entre este extraño sitio me sentí confortado,
Como si aquí ya hubiera estado,
Tal vez dormido, tal vez despierto,
Pero se que aquí había estado.
¡Oh si pudieras sentir lo que sentí compañero!
Un lapsus diminuto de nirvana,
Una armonía incauta, un efímero estar triste y feliz,
Una estabilidad, de esas, que nunca había tenido.

Y entre sus risas y sus caricias,
entre sus miradas y sus labios de miel,
hubo un momento en el que el diccionario se quedó en blanco.
Perdí mi bolígrafo, me quede estático y analfabeto.
Solo podía sentirme astronauta marinero de lo imposible;
Y por ese distraído instante que rozaba de lo inusual e impalpable,
Me quede sin una sola letra,
Me quede sin habla.
Ya no era un simple hombre de palabras…
Me convertí en un hombre, que viajaba en la realización de lo que siempre
Soñaba.



¿Dónde se esconde Alicia?




¿Dónde se esconde Alicia?
¿Estará en la catedral de rodillas?
Desposándose, bebiendo el té con alguien más,
lejos, es seguro, muy lejos.

Y aquí estoy, loco, bebiéndote,
Y ella a de estar en un auto,
Corriendo tras el conejo blanco,
Buscando el tic-tac, inconsciente.

¿Por que huye de mí?
Si en mis labios esta el elixir que la hará encoger,
En mi cuello el pastelillo para crecer otra vez,
Tocar el cielo, nadar en una lagrima.
¿A que tanto le puede temer?


Ya tomó el riesgo, entró por el árbol,
cayó en mis sueños,
Por horas, volando,
Y se detuvo levitando sobre el mármol.

¿Dónde estás Alicia?
¿Le temes a la reina de corazones?
¿Huyendo te le escondes?
Por que no se queda, yo la cuidare,
Cuidare su vestido azul,
Su delicada cabellera,
y que no pierda de lugar la cabeza.

Si solo se detuviera,
Pero busca a esa oruga,
Fuma un poco de humo azul,
Cree saberlo todo, y no sabe que la espero,
Este no es el mundo de las maravillas,
Este es el mundo que has creado tú,
Donde soy un loco sombrerero,
Y tu una joven perdida en el espejo.

Mírate, ¿Qué puedes ver?
¿Es acaso lo que quieres ser?
Mírate, ¿enserio así quieres perecer?
Quédate conmigo, ven.

Juntos bebamos un poco de té,
 enloqueceremos, lo se;
y tal vez sonrías, puede ser,
 y como el gato, poco a poco,
 te veré desaparecer.

Pero me quedara la tranquilidad,
De que tomamos un día, una taza de té,
Y que fuiste mía, sin temor a la cabeza perder,
Sin miedos de extravío, de cordura o delirio;
Conmigo estuviste, conmigo y mi locura.

¿Dónde estás Alicia?
No te encuentro, y este líquido psicoactivo se enfría,
No tardes, amada escurridiza,
Por que no se cuanto dure esta lucidez efímera.