1
Soy un
hombre de palabras,
El que puede
fraguar el mundo entero entre verso y coma,
Pintor de
los cuadros diarios del alma y la vida,
El que no
conoce el olvido, el que con bolígrafo alumbra.
Y aun así,
me encontré con mi talón de Aquiles.
Un pequeño
astro que orbita lo imposible,
De esos que Platón nos hablo,
Una luna
blanca, con interior sublime,
Cubierta de
miel, de algo…
Soy un
hombre de palabras,
Y a veces,
sueño que soy astronauta,
Que viajo a
ese mundo, que pruebo su dulce miel,
Que siento
esa tibia sensación de su cubierta,
Y esos son
solo sueños, lo se.
En otras frías
noches soy un intrigado,
Un perspicaz
minero interestelar.
Y esas
noches busco encontrar su centro,
Conocer la
incógnita de su interior,
Saber que
hay dentro de ella, en lo mas profundo.
Pero esto
son solo sueños,
Esa hermosa
luna platónica gira lejos,
Muy lejos, y
no soy un astronauta,
Mucho menos
un minero,
Solo soy un
hombre, un simple hombre de palabras.
2
La noche
calló sola de nuevo, como tantas veces.
Y entre
despierto soñaba que ese astro se acercaba,
Que hasta
haya me lanzaba, otra vez soy un
astronauta.
Llegue hasta
su piel dulce y plateada,
Y con su néctar
mis labios empapaba,
Mis manos,
mi cuerpo frío y desolado.
Y por un
instante entre un poco por debajo,
No como
minero, tal vez como un muerto.
Descendí un
poco, lo apropiado.
Y todo esto
fue perfecto, exquisito.
Y un ruido
me sacudió, desperté…
Y ahí estaba
yo otra vez, solo…
Yo un
hombre, mis letras y palabras.
3
Me atreví a
dejar de soñar, y de mis raídos labios exhale un intento.
Me puse el
traje del armario, ese de amante, ya empolvado,
Y tome el
autobús hasta esa luna perfecta.
Cruce la
barrera de lo imposible, me reí en su cara.
Y llegue
intacto hasta su piel dulce y delicada,
Hasta su
sonrisa de hechizo y rosada,
Me atreví, y
probé eso, eso que dormido viví.
Y ella me
acogió entre sus brazos, rio conmigo, suspiramos…
Fue
delicadamente único, increíble o místico.
Y por un
instante fui minero y astronauta.
Al estar
entre este extraño sitio me sentí confortado,
Como si aquí
ya hubiera estado,
Tal vez
dormido, tal vez despierto,
Pero se que
aquí había estado.
¡Oh si
pudieras sentir lo que sentí compañero!
Un lapsus
diminuto de nirvana,
Una armonía
incauta, un efímero estar triste y feliz,
Una
estabilidad, de esas, que nunca había tenido.
Y entre sus
risas y sus caricias,
entre sus
miradas y sus labios de miel,
hubo un
momento en el que el diccionario se quedó en blanco.
Perdí mi
bolígrafo, me quede estático y analfabeto.
Solo podía
sentirme astronauta marinero de lo imposible;
Y por ese
distraído instante que rozaba de lo inusual e impalpable,
Me quede sin
una sola letra,
Me quede sin
habla.
Ya no era un
simple hombre de palabras…
Me convertí
en un hombre, que viajaba en la realización de lo que siempre
Soñaba.
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