«El auténtico escritor no se dedica a modular cosas bonitas para los lectores, sino únicamente debe aclararse a sí mismo e interpretar mediante la magia de la palabra su propio ser y sus vivencias, resulte bonito o feo, bueno o malo».


Hermann Hesse

lunes, 20 de mayo de 2013

Sencillo...




Es tan sencillo lo que me hace feliz,
Una noche solitaria y fría,
Una lectura, dulce poesía,
El aroma de las rosas carmesí.

Cuando no encuentro sosiego,
Descubro que es sencillo el ser dichoso,
Con un simple cigarrillo, un café negro,
Una pasión de nombre nostálgico.

Es tan sencillo hacerme sonreír,
Basta con despertar entre olas,
Escuchando aves y algunas prosas,
Al olvidarme del porvenir.

Tú, tú mi amor.
Nadie lo sabe mejor que tu beso,
Pues es el que me despierta contento,
El que me roba suspiros, rapta mi aliento.
Soñar, tenerte de frente, temblando.
Contarte lo que siento,
Que perdamos el tiempo,
Sentarnos hombro con hombro,
Pensando en vacío, en el universo.
Tratarnos cómo viejos,
Sentirnos niños de nuevo,
Tomar una copa de vino,
O simplemente creernos eternos,
Asustarnos de cuanto nos parecemos.
Todo esto es sencillo,
Como lo feliz que me siento contigo.

Tartamudear cuando nos encontramos,
Olvidarnos de las personas,
Sentir que nuestros pechos son ajenos,
Que yo callo, tú ya palpitas.

Tan sencillo es disfrutarte,
Como mirarte mientras caminas,
O cuando sonríes y te crees ninfa,
Entre las pupilas hay un puente;
Sencillo, así son las caricias,
Sólo un rose cuando lloras,
Un dedo mío tranquilo sobre tu índice
Arrulla tu llanto a escondidas;
Una tarde cuando el sol se termina,
Entre los cielos de nuestro horizonte,
Donde estamos con miradas unidas,
Y algún pensamiento retraído dice:
Qué sencillo es todo, respiras,
Y yo sonrió, mientras lo hagas.

Es muy sencillo vivir en armonía,
Mientras tenga en las mañanas tu silueta,
Ahí, dormida junto a la mía,
Tomando los sueños con la matutina briza.
Tener tu locura,
Para con ella hacer mí moldura,
En pura ternura,
Darte besos en tu blanca cintura.

Así de sencilla es la alegría,
Un suceso entre un hola,
O un beso en el cuello
Al decirnos te quiero,
Una canción de Piazzolla,
Que dos almas bailarían.

O que me cuentes tus penas,
Y yo salvarte de la soledad a cuestas,
Cargarla contigo, invitarle la cena,
Sentarla a la mesa, pagarle la cuenta.
Limpiar la alcoba, arrugar las sabanas.
Hacerte un castillo con rosas,
Cuando llores y te sientas en cólera.

Es tan sencillo darme la vida,
Solo sentarnos frente al mar,
Cantarnos canciones al respirar,
Escuchar las gaviotas volar,
Sentados en el silencio de amar.
O que los días pasen,
Pero no nos consuman,
Que permiso nos pidan
Por un poco de pan,
Y darles la cena también,
Sentarlas, que compartan.

Tan sencillo es amar,
Como sencillo es sentirte,
Hacernos un alma en par,
Cada que me dé por rezar.

Pues es tan sencillo amarte,
Como sencillo es ser feliz,
Como lo es cualquier delfín,
Nadando sin rumbo ni fin.
Tal cual dibujo con lápiz,
Que se traza seguro y fácil,
Así es lo sencillo de en ti.

Como un cuento que se escribe solo,
Por el destino o por un loco,
Donde tú eres el enigma silencioso,
Y yo soy la carcajada que responde todo.

Así de sencillo es ser armonioso,
Como un instante en tu hombro,
Como decirte te quiero y cómo.
Sencillo, tan sencillo como hermoso.

sábado, 11 de mayo de 2013

Misantropía.




Poco apoco me vuelvo misántropo,
No hallo sentido
a todos los esquemas
que conforman lo “humano”

En el trabajo diario,
donde ocho horas perdidas,
me formulan mil ideas,
pensamientos donde desvarío.

Miedo a lo que pienso,
Asco a los caminos.
Herido por ser excluido,
Por mi propia mano,
Por mi mente de vidrio,
Esa salvaje que no doméstico.

Y miro los rostros,
Me pregunto cómo carajos
cómo llegue a esto,
resonando molesto,
entre pensamientos infestos.

Asco de ver los autos,
De ver que pusilánimes se dan la mano,
Saludan con un abrazo falso,
Y se enmascaran serios
Su alma que muere en llanto.

Como frustra profundizar tanto en mis pensamientos,
El cómo se devalúa los “te quiero”
¿soy el único que percibe vívidos los sentimientos?
Se vuelven maquinas,
Solo simples ovejas,
Colapsando con los lobos del tiempo,
Ovejas mordidas por un mísero sueldo.

Me parte el alma los “buenos días”.
Me castra la falta de sinceridad.
Me carcome el procrear de mentiras,
El intelecto de lastre en sociedad.

No hay doctrinas para lo que pienso.
Hay espejos, susurros o ecos,
Estrellas y días muertos.
Solo hay eso.

Tal vez no he encontrado a alguien,
Que salve el arca en la que naufrago,
Ese navío perdido en el mar del delirio,
Y que impacta la soledad con oleajes.

Necesito a alguien que me tome de la mano,
Que me recuerde el “por qué” de lo humano,
Que me recuerde que somos almas y sentires,
Y que no soy un signo de interrogación,
Entre puntos suspensivos…

Entre las sonrisas vanas
que en silencio atisbo
Y ramas genealógicas,
Que pierden la lógica,
El pensamiento critico
o el delicioso misticismo.

Temo del día en que despierte y ya no sea un hombre,
Que no comprenda lo que es una orden,
Salvajes o cruces peatonales;
el día que los libros a interrogantes tornen.
O los sentimientos solo conceptos enfermos,
Que no aplican en la rutina que me imponen.

Me pierdo en el asco y lo inconforme,
En ver personas muriendo
Sin acariciar la vida de una idea sublime,
¿sabrán por qué están respirando?
No creo que sepan ni por qué se duerme.

Temo por la llegada de aquel día
En que los animales en coro se rían,
Por vernos amargosamente viviendo,
Como hojas secas que se lleva el viento.

Después, ¿dónde acabaremos?
Perdiendo el infinito y único sentido
De comprender los motivos
Por el cual las neuronas han crecido,
Y los impulsos vivos,
Sean susurros perdidos.
Ecos, ecos distantes,
Entre los confines de los andes,
O lo que mi bolígrafo día a día sangre.
Muriendo lo que hay en mi de hombre
al paso de las tintas,
Ocultando al humanista,
Crucificado entre líneas.

Que miedo,
Que tristeza,
Saberme muriendo,
Y terminar siendo,
La flaqueza,
Del raciocinio,
De una raza,
De lo humano,
Que poco a poco,
Se vuelve mierda.

no hay poesía, solo hay muertos.




En la noche volvía tambaleando por el alcohol,
y me disponía a escribirte poesía,
lo más hermosa que podía.
pero mi alma se tiró sobre el colchón,
recordé que no te poseía,
que lejos estabas y reías,
que es tarde para tu compañía.
y los ímpetus al suelo cayeron.

ahora no hay versos hermosos,
sólo recuerdos infectos,
de que no nos amaremos,
y que la soledad en litros,
es lo único que rosan mis labios.

¿Así cómo te puedo escribir bellos sonetos?
si siento que muero de frío, y ya no hay sueños.
sólo quedan las noches de jerga y desvelos,
y en ellos, no hay poesía, solo hay muertos.