Dame una razón
para no enloquecer,
Te lo
suplico mi amor,
Detenme por
favor,
La noche es
tan turbia, creo perecer.
Desde que tu
piel de ángel se quedó en el recuerdo,
Desde que
quedaste frágil en ese sendero,
Con tu
hermoso color de sangre y miedo,
Desde entonces
sufro, sufro y muero.
La vida no
sabe igual,
Se siente
tan corrompida,
Como si
faltara tu risa,
Tu caminar
angelical.
Extraño tus
demonios,
Tus cambios
y manías,
Todo lo que teníamos,
Poco, pero
en ti lo tenías.
No sé cómo
paso que un universo se cruzó entre nosotros.
Aun no
descubro como nos perdimos el uno al otro
Pero sé que
la nostalgia tiene tu nombre,
Y las olas
del mar en las noches crean tu rostro.
Mira, ahí en
el horizonte, estás tú con el sol que se esconde.
Me pierdo mi
delicioso sueño, me pierdo en cuentos.
Ya no te
descubro en mis sonrisas de anhelos,
Solo te veo
en recuerdos,
En vagos
rincones recubiertos de hielo.
Te amo, no
lo niego;
Aun te
deseo, y lo seguiré haciendo hasta el fin de los tiempos.
Aunque mi
alma se entume, y entra en coma sus sentimientos,
Aun te doy
mi amor ciego.
No sé cómo
lo lograre,
Pero sé que
una parte de mi ha muerto,
Y no revivirá,
hasta abrazarte de nuevo.
No encuentro
tu olvido, ¿moriré?
¡No lo sé! ¡No
sé nada ya!
Que quiere
el destino de mí,
No te quita
de mi vida pero tampoco te regresa a mis manos,
No sé porque
no puedo estar un segundo, un instante en tus labios.
Puede que
este escrito de ante mano, mi soledad,
Tu vida y la
mía por siempre alejados,
Aunque juntos,
pero siempre con una barrera de hermanos.
No sé lo que
pasa,
En algún sendero
obscuro me perdí.
Mi frágil diábolo
con rostro de ángel y rojas garras,
Rompe mi
alma, destrózala con tu mirada,
Hazla sangrar,
bébetela;
Mil veces
prefiero que la consumas a que lejos de ti vague en penumbras.
Deseo mil
veces que arda por el fuego que hay en tu sonrisa,
A que se congele
por la esteparia falta de tu aroma, de tu compañía.
Mátame amor,
ante tu mirada entre líneas.
Mátame.
No quiero
volver a ver un ocaso si no estás en el volando,
Tiñéndolo de
rojo, de tu color mágico,
Altivo y
profano,
Así te
quiero, volando.
Rompiendo las
nubes y el cielo estrellado de mí pecho.
Y que llenes
de nubarrones los días soleados,
Llores dentro
de mí,
Y bañes mis
entrañas a placer.
Mátame, te
lo ruego.
Pero que sea
por tus manos.
Con tus
finos dedos blancos, tómame,
Estrangula el
alma del gorrión herido,
Muéstrale lo
hermoso y perdido.
Dale la
muerte añorada, la muerte por fin amándote.
Amándote,
amiga extraviada en el fuego.
Rescátame, hiriéndome,
Descuartizando
las páginas de mi ser,
Saciando por
fin en tu cuello mí sed.
Y no renazcamos,
Ciérneme por fin, sálvame,
Ciérneme por fin, sálvame,
A mí y a mis
demonios alados.
Danos la
muerte, la muerte en tus labios.
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