Me encuentro
las páginas de los pliegues de mi alma,
Enterrados entre
las espinas de un rosal,
Y la luna
como espejo del remordimiento,
Y cuando
leo, me siento desgarrado, pero en calma.
No encuentro
la razón de ser, pero soy.
Y aunque no
es suficiente, puedo decirlo,
Soy un
hombre, un animal y diábolo.
Y ahora que
tu estas, te lo cuento hoy.
No me digas
que no te interesa el crujir de los labios,
Lo puedo
descifrar en tu mirada tardía,
Estas divagando
en mis palabras, perdida,
Sé que
aguantas batalla, aunque los golpes son bajos.
Tomemos esta
botella de vino llamado vida,
Tomemos esa
copa maldita y embriaguemos la paciencia,
Y forniquemos
con su boca, acariciemos las esquirlas,
Esta noche
no se me cohíba, mañana no sé si tome
partida.
Amárrate a
mis parpados, tambaléate ebria de vida en mis establos,
Subamos juntos
a las nubes viajeras de poniente,
Y terminemos
en el orgasmo mágico de despertar a un nuevo día.
Vamos, hoy
despierto moribundo, no quiero ser paciente.
Corrompamos
a esos devotos entre las cienes,
Descubramos nosotros
el “no lo debo hacer”
Vamos, tomemos
de ese elixir, a placer;
No quieras
vestirme de miedo, cual tú no conoces.
¡Viajemos una
noche más!
Desgarremos las
bragas de un ángel caído llamado pudor,
Y callemos
al social lamento de penar,
De conciencia
de mierda regional,
Muerde este
fruto que brota en el tallo de mi cuello,
Y sonríeme cuando
me escurro entre tu cabello,
Para sorprender
a las abejas de tu panal,
Y traerles
la primavera con solo rosar.
Tomemos las
estrellas carcomidas, tal cual,
Así como
nuestros sueños desgastados por fervor,
¡Por la fricción
de nuestras almas!
Dame un montón
de bocados del pan sagrado de tu cuerpo,
Y el vino de
eso que matamos con cada segundo;
Seamos deidades
corrompidas por lo oportuno,
Y destrocémonos
al navegar en este barco que ya zarpo.
Y por último,
déjame tomarte de tu mano,
Mostrarte este
sendero interminable,
Y decirte
una cosa, dulce pecado humano,
Sin tu
deleite, todo es gris, soy miserable.
Tomemos un
segundo,
Un respiro y
mirémonos;
quédate, besémonos,
sintamos el
viento callado.
Y después de
esto mírame como si hubiese muerto.
Porque lo he
hecho, me renuevo.
Con tus alas
que rompen mi huevo,
Siempre rompo
el cascaron y me vuelvo incierto.
Solo tú,
solo tu converges el universo,
Solo tú me
atas al estupor de beber más,
De sonreír
mas, de curarme en tus camas.
Solo tu
muerte con cada día, solo eso.
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