Llena los
espacios negros,
Flanquea mis
demonios;
Hechízame
¡oh blanca laguna!
Y cuando
acabes de limpiarme con tu elixir,
Permíteme
que te cante una canción de cuna,
Aquel soneto
esbelto formado por mi negrura.
¡Vamos astro
de antaño! La noche ha de vivir.
Templo de
los poetas,
Sonrisa
menguante,
Guía en las
penumbras,
Báilame un
instante.
Pues quiero
hacer de ti un poema,
Uno que se
narre con la sombra,
Uno que lea
a solas, cuando tema.
Pues tu
blancura es mi siembra.
Desgarra la
piel que te encierra,
Enciende las
quimeras,
Y vuela
cuando quieras,
Cual fénix
alejándose de tierra.
Pues hoy
quiero hacer de ti un poema,
Con el beso
al viento, el que nunca llega;
Línea y
verso con aquel silencio que sega.
Y al leerte
Luna, quien sea, ame y tema.
Y no quiero
tu cuerpo,
Pues es
simple lienzo;
Y no quiero
tu mano.
Tal vez, ya
que lo pienso,
Sólo quiero
tu tiempo.
Pues con tu
cuerpo no hago poesía,
Sino con lo
poco que rosa mis pupilas;
Y con mis
manos jamás te escribiría,
Sin tu luz,
el rayo que a tu paso afilas.
Pues voy a
hacer de ti un poema,
No un cuento
de locura maldita;
Luego moriré
lejano, en fría cama,
Habiéndote plasmado,
¡oh infinita!
Aunque no
pueda perder por ti la cabeza,
Ya habré
perdido una y mil letras,
Noches en
vela, hadas y sirenas;
¿Le debería
temer a la soledad inmensa?
Vivo solo
escribiendo poesías,
Sin
trasfondo, ¡Ah todas vacías!
¡Todas
pálidas, todas sin fuerzas!
Regálame
brujerías ¡oh Luna mía!
Delirium
tras las ligeras charlas.
Lo que sea,
siempre y cuando luz esparzas.
Pues quiero
hacer de ti un poema,
Para
leérselo a tu gemelo astro,
Para cuando
crea que la vida me ama.
Sólo eso, lo
demás, no lo quiero,
Deseo
plasmarte, contento y en calma.
Sólo eso,
lento, así como muero.
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