«El auténtico escritor no se dedica a modular cosas bonitas para los lectores, sino únicamente debe aclararse a sí mismo e interpretar mediante la magia de la palabra su propio ser y sus vivencias, resulte bonito o feo, bueno o malo».


Hermann Hesse

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Me das miedo mujer sombría,




Me das miedo mujer sombría,
Pues tiemblo, delirio a tu paso,
¡Tu caminar! Altivo, despacio,
Como un sueño de noche fría.

Lúgubre dulzura,
Belleza distante,
Rosa negra,
Inquietante,
Deliciosa locura,
Imperante;
Suspiro y espesura.

¿Locura dije? ¿No lo es mi temor?
Miedo al acercarme,
Hablarte, atreverme,
Mi pecho arde, ¡Oh cuanto fervor!

Me das miedo mujer sombría,
Como a Poe su eterna amada,
O Neruda y su alma humana,
Así me aterras, feliz, con alegría.

¡Y mientras más temo más siento!
Más agitas los sentimientos,
Como mil poemas y sonetos,
Pero palidezco ante el sólo intento.

Un mar cauteloso de emociones desconocidas,
Quimeras quizás, bobadas sin más.
Locuras quizás, temores sin más.
Mi barca titubea en zarpar, ¿el ancla elevarás?

Paso de diosa, de encanto,
Ángel perdido en un infierno humano;
¿Es mucho soñar el rose de tu mano?
Si lo es, no pierde el encanto.

Me das miedo mujer sombría,
Eres el Réquiem de las horas nocturnas,
Suspiros lascivos de las pasiones diurnas,
Miedo de vida, miedo de cría.

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